18 ago 2025

Trump sorprende con dos aranceles finales: a los chips y al oro

EEUU sacude los resortes del libre comercio con otros dos nuevos gravámenes, al oro, nuevo castigo a Suiza, y a los semiconductores, con exenciones a Nvidia y Apple.

Diego Herranz - Colaborador de Asesores de Pymes externo a Cesce

 

El mapa arancelario de la Administración Trump, ya con los gravámenes recíprocos establecidos sobre la inmensa mayoría de los países -con excepciones notables, en fase negociadora, como la de China- deparó un par de sorpresas de gran calibre que ni los analistas del mercado ni los observadores internacionales pudieron descifrar. Dos nuevos peajes a otros tantos negocios de especial efervescencia inversora. De un lado, el oro, identificado una vez más como valor refugio en tiempos convulsos como los que están caracterizando la versión Trump 2.0 y, de otro, el maná de la industria tecnológica: los chips. 

La imposición de aranceles de EEUU a los lingotes de oro desató agitación bursátil, con alzas en los contratos de futuro del metal precioso, mientras los operadores anticipan una reordenación significativa de los flujos comerciales globales. La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de EEUU -CBP, según sus siglas en inglés-, constató que los lingotes de oro de un kilo y 100 onzas están sujetos a los aranceles recíprocos, y no exentos, como inicialmente creyó la industria, que mostró su perplejidad. Hasta el punto de interrumpir los envíos desde Suiza y otros centros clave de comercio y refinado, como Hong Kong y Londres, donde los precios se negocian con notables descuentos frente al mercado estadounidense.

Las posibles consecuencias para el mercado son tan profundas que algunos se preguntaron si podría ser un error de la CBP, y sugirieron que podría ser objeto de impugnaciones legales. “En el largo plazo, los aranceles sobre los productos de oro entregables plantean la duda del papel del comercio de futuros en EEUU”, llegó a advertir Joni Teves, estratega de UBS AG.

Pero la Administración Trump también anunció otro arancel. Menos sorprendente, porque los mercados ya anticiparon la medida, que se llevaba cociendo a fuego lento en el núcleo duro de la política económica de la Casa Blanca. Un gravamen del 100% sobre los chips importados, de los que, sin embargo, queda exenta Apple, altamente dependiente de los circuitos integrados que adquiere desde sus instalaciones en China.

A cambio del compromiso de la multinacional de la manzana de invertir 600.000 millones de dólares en territorio estadounidense. De hecho, esta decisión fue anunciada por el mandatario republicano junto al director ejecutivo de Apple, Tim Cook.

Pero no es la única maniobra que el Despacho Oval ha recibido del sector. Además, dos gigantes de la industria de semiconductores, Nvidia y AMD (Advanced Micro Devices) pagarán al Tesoro de EEUU el 15 % de las ventas de chips de IA en China, un compromiso del todo punto inusual, en contraprestación a la obtención de licencias de exportación al gran mercado asiático, lo que, para Jacob Feldgoise, investigador del Centro para Seguridad y Tecnología Emergente, supone una losa que “probablemente debilitará la posición de EEUU al negociar con aliados la puesta en marcha de controles complementarios”, al cada vez más geoestratégico negocio de los chips.

Entre otros, Europa y Japón donde crecen las críticas sociales, en la esfera política y entre los agentes económicos, por su capitulación ante la Casa Blanca en sus respectivos acuerdos sobre el baremo final de los aranceles recíprocos que, en ambos casos, se sitúan en el 15%. A cambio de cheques inversores europeos y japoneses en empresas y sectores neurálgicos de EEUU en un momento en el que la carrera competitiva por la IA y la reindustrialización empieza a manifestar una especial velocidad de crucero.

Clive Crook es columnista de opinión de Bloomberg asegura que el manual mercantilista que ha impuesto la Administración Trump de reducir a la mínima expresión las reglas del juego le están deparando este verano grandes victorias en su confrontación con sus aliados comerciales, pese a que su “derrota” les ha dejado -en alusión, sobre todo, a la Bruselas y Tokio- incapacitados para proporcionar explicaciones medianamente convincentes.

Más allá de vencedores y perdedores, “la agresiva estrategia funcionó, principalmente porque EEUU aplicó toda su influencia, especialmente la amenaza tácita de retirarse de las alianzas de seguridad”, expone Crook, para quien la intención indisimulada de Trump ha sido la de mostrar a los aliados americanos “quién necesitaba a quién” y obtener concesiones bajo presión. “El arte de negociar, dicen”.

Aunque esta lógica mercantilista que expresa el analista de Bloomberg deja varias víctimas en un estado de suma gravedad. Esencialmente, la Organización Mundial del Comercio (OMC), herida de muerte en su cometido de promover un comercio liberal y basado en normas que fue concebido tras los GATT o Acuerdos Generales sobre Aranceles Aduaneros y Comercio, y que han sido el germen no solo de la soberanía comercial de la UE, sino de áreas aduaneras y de libre tránsito de mercancías con bajos -o nulos- aranceles como el Nafta norteamericano, rebautizado y reseteado por Trump en su primer mandato a USMCA, Asean, o Mercosur, entre otros muchos.

La apertura unilateral de fronteras comerciales por parte de la mayoría de los países a consensos multilaterales de libre comercio empieza a cerrar sus puertas. A pesar de que la historia de la OMC tiene muchas más luces que sombras porque ha sido valedora, en su papel de gendarme de los flujos de mercancías, servicios y capitales, de cuantiosos pactos regionales defensores del mercantilismo.

Para analistas como Edward Alden, del Council on Foreign Relations, la OMC ha recibido, a buen seguro, el último de los clavos de su ataúd. Aunque -matiza- su acta de defunción se firmó el 8 de marzo de 2018, cuando el Trump, en su primer mandato, impuso los aranceles al acero y al aluminio. A los 23 años de su nacimiento, en 1995. Porque “el principal mercado del planeta ha decidido renunciar a las normas vigentes del sistema comercial mundial”, apuntala Alan Wolff, investigador jefe del Peterson Institute for International Economics (PIIE) y antiguo subdirector general de la OMC.

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