29 Apr 2025

La economía global entra en una nueva era

El FMI declara que las tensiones comerciales y la incertidumbre política determinarán la forma de abordar los desafíos y aprovechar las oportunidades.

Diego Herranz - Colaborador de Asesores de Pymes externo a Cesce

 

El orden mundial entra en una nueva etapa. Así lo acaba de proclamar Pierre-Olivier Gourinchas, consejero económico y director del Departamento de Estudios del FMI, en la reciente cumbre primaveral de la institución multilateral. A su juicio, “el sistema económico global que ha regido los destinos del las relaciones comerciales, inversoras y laborales durante los últimos 80 años se está reestructurando, sus normas se han visto cuestionadas, están irrumpiendo y otras nuevas están por surgir”. 

Gourinchas señala a la Administración Trump, sin mencionarla expresamente en su blog oficial, como la auspiciadora del ingreso de la economía mundial en una dimensión diferente. Desde finales de enero, una oleada de anuncios arancelarios por parte de Estados Unidos, que comenzó con Canadá, China, México y sectores críticos, culminó con gravámenes casi universales el 2 de abril. La tasa arancelaria efectiva estadounidense superó los niveles alcanzados durante la Gran Depresión, mientras las réplicas de sus socios y rivales comerciales impulsaron los gravámenes de manera significativa, poniendo el epitafio a la etapa de libre tránsito de mercancías, servicios y capitales con escasas trabas aduaneras. 

La incertidumbre arancelaria resultante y la imprevisibilidad geopolítica imperante son factores claves en este cambio del orden económico internacional. De mantenerse este doble alto voltaje se instaurará un periodo de estanflación, con relaciones sumamente complejas y volatilidad en los mercados de capitales. 

El responsable del World Economic Outlook (WEO) justifica la rebaja que el informe económico del Fondo establece al crecimiento global, para el que pronostica un alza del 2,8%, ocho décimas por debajo de su actualización de enero, y del 3% para 2026. Dentro de la horquilla que la jerga multilateral interpreta como parón técnico por implicar que una porción notable de las naciones industrializadas entrará en números rojos. Pero sin llegar a proclamar una recesión. Eso sí, “por el momento” y a expensas de si la tregua de 90 días en la puesta en liza de aranceles recíprocos se convierte en permanente o de si EEUU y China corrigen la guerra comercial a través de cauces diplomáticos. 

Porque, de otro modo, el riesgo de decoupling o fragmentación en dos bloques comerciales, uno liderado por EEUU y otro, por China, parece inevitable. Con peligros de quebranto de cadenas de valor y de colapsos logísticos. Además de un repunte inflacionistas derivado del traslado a los consumidores de los costes empresariales por suministros adquiridos del exterior y reconversión productiva. A pesar de que, hasta el segundo trimestre de 2025, el comercio ha mostrado poder de resiliencia. Sin embargo, el flujo de mercancías apenas alcanzará el 1,7% este año. Con EEUU desvelando signos de caída de demanda y emitiendo señales de tensión en su actividad. Su PIB despuntará solo el 1,8%. 


La estabilidad financiera también está sometida a vaivenes. Con amenazas al alza debido a que las condiciones crediticias se han endurecido y a que el tránsito de capitales revela fugas desde Wall Street; principalmente, hacia centros bursátiles europeos y chinos, tal y como advertía el responsable del Departamento de Mercados, Tobias Adrian. Para este directivo del FMI el clima inversor que proporciona mecanismos para la captación de fondos y la asignación eficiente de recursos está en estado de ebullición. De nuevo, por el encarecimiento de los riesgos crediticios y la tensión comercial y geopolítica, temor que se sustenta en tres vulnerabilidades del sistema financiero:

 

  1.  Los mercados de capitales se han concentrado cada vez más (por ejemplo, EEUU acoge casi el 55 % del mercado bursátil mundial, frente al 30 % de hace dos décadas) y las valoraciones de algunos activos siguen siendo elevadas, pese a las recientes ventas masivas, por lo que “las nuevas correcciones en los precios de los activos sugieren la necesidad de una mayor vigilancia dado el contexto económico altamente incierto”.    
  2. Las instituciones financieras no bancarias (IFNB) han reactivado la canalización del ahorro hacia la inversión desde 2008, y su vínculo con los bancos ha seguido creciendo. En consecuencia, estas nuevas ventas masivas podrían presionar a algunas instituciones financieras y generar el consiguiente desapalancamiento en el sector, que podría llegar a exacerbar las turbulencias del mercado.
  3. Los niveles de deuda soberana continúan aumentando sin cesar, superando cualquier  reforzamiento de la infraestructura financiera internacional encargada de garantizar su adecuado funcionamiento. Además, los mercados de bonos podrían experimentar una elevada volatilidad, especialmente las emisiones soberanas de países con altos niveles de endeudamiento. En este sentido, las naciones emergentes acumulan mayores riesgos si bien naciones como EEUU podrían tener más dificultades para refinanciar su deuda o financiar gasto público adicional.

Precisamente la pinza déficit-deuda, lejos de niveles de consolidación recomendables, es el tema que prioriza el Departamento Fiscal del Fondo, comandado por Vitor Gaspar. “La gran montaña de deuda exige a las autoridades económicas poner orden en sus finanzas públicas en medio de la incertidumbre generalizada, de la desaceleración global y del repunte de los precios, la presión del gasto empieza a ser ineludible”. 

El FMI proyecta un aumento de la deuda soberana mundial aumentará 2,8 puntos porcentuales este año, más del doble de las estimaciones para 2024, lo que elevará los niveles de deuda por encima del 95 % del producto interior bruto. Es probable que esta tendencia al alza continúe, y la deuda pública se acercará al 100 % del PIB para finales de la década, superando así los niveles de la pandemia. 

En este contexto, la política fiscal se enfrenta a disyuntivas cruciales: equilibrar la reducción de la deuda, crear reservas ante la incertidumbre y satisfacer las necesidades urgentes de gasto. La gestión de esta suma de complejidades será esencial para fomentar estabilidad y dinamismo, se encarga de enfatizar Gaspar. 

Según el Monitor Fiscal del Fondo, en un escenario extremadamente adverso, la deuda mundial podría alcanzar el 117 % del PIB para 2027, la más alta desde la Segunda Guerra Mundial. El FMI contempla en su estadística el endeudamiento soberano, sin contabilizar la corporativa y la de los hogares, que se elevó hasta el 318% del PIB en 2024. 
 

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