16 sep 2025
Trump presiona al G7 con aranceles a India y China y tensa el orden global
La Casa Blanca busca castigar a Delhi y Pekín por comprar petróleo ruso, una maniobra que -según alertan los analistas- impactará en la red de alianzas mundiales.
Ignacio J. Domingo - Colaborador de Asesores de Pymes externo a Cesce
La política arancelaria de Donald Trump vuelve a ocupar el centro de la escena internacional. Según Financial Times, la Casa Blanca ha presionado a los titulares de Finanzas del G7 para tratar de conciliar una acción concertada desde el club de las potencias más industrializadas que exija aranceles elevados a India y China por la masiva adquisición de barriles siberianos a bajos precios de los dos gigantes asiáticos. El objetivo de esta medida sería doble. Por un lado, evitaría que el Kremlin siguiera teniendo una fuente estable de ingresos procedentes de su sector energético, ya que China e India son sus dos mayores compradores. Y, por otro, forzaría, aduce el Despacho Oval, la apertura de negociaciones entre Rusia y Ucrania para alcanzar un alto el fuego.
La reclamación de la Administración Trump se produce tan solo unos días después de que el líder republicano trasladara a la UE la petición de gravar un 100% las importaciones procedentes de ambos países, a los que acusa de financiar la maquinaria bélica de Vladímir Putin a través de la compra de crudo. “Si realmente quieren poner fin a la guerra en su propio territorio, deben unirse a nosotros e imponer aranceles significativos que se levantarán el mismo día que termine la guerra”, aseguró un portavoz del Tesoro estadounidense.
Aunque Washington baraja cifras que oscilan entre el 50% y el 100%, en Bruselas las dudas son notorias. Funcionarios europeos recordaron que el bloque trata de manera diferente sanciones y aranceles, y alertaron de que una medida tan severa sería difícil de aplicar. Y todavía más, en plena negociación de un acuerdo comercial entre el bloque comunitario y Delhi. A pesar de estas reservas, la presión estadounidense marca un giro inaudito en la estrategia occidental que busca obligar al Kremlin a asumir cesiones para firmar el armisticio con Ucrania.
El caso de India resulta especialmente delicado. Mientras la Casa Blanca insiste en penalizar sus compras de crudo ruso, Trump suavizó el tono hacia el gobierno de Narendra Modi a través de su cuenta de Truth Social, donde expresó su confianza en alcanzar un acuerdo “exitoso” entre ambos países.
Sin embargo, las relaciones bilaterales atraviesan un momento complejo. En julio, Trump impuso aranceles recíprocos del 25% a India, a la que duplicó el gravamen por sus compras de petróleo ruso, medida que marcó el inicio de un deterioro significativo en los lazos bilaterales que está provocando el desplazamiento diplomático de India hacia Asia y, en concreto, hacia China. Pese al histórico y estratégico vínculo que India ha tenido en el último cuarto de siglo con EEUU.
Más allá de India y China, la política arancelaria americana ha generado ondas expansivas que alcanzan a los aliados más cercanos. Así lo constata un análisis del Council on Foreign Relations (CFR) donde se advierte de que los efectos de una propuesta de estas características al G-7 “no se limitan a la esfera económica, ni a India o China, sino que, en el trasfondo, entre bambalinas, se están redefiniendo alianzas de décadas con Canadá, la UE, Japón, Australia y Nueva Zelanda”.
El diagnóstico global es sumamente coincidente: la imprevisibilidad arancelaria está obligando a los socios a diversificar su comercio, reconsiderar su seguridad y, en algunos casos, a redefinir su dependencia histórica de Washington.
Edward Alden, analista de Competitividad Económica del CFR, incide en que la caótica estrategia de la Administración Trump también amenaza a varios de sus socios, algunos de ellos, incluso, del G-7. Y subraya a Canadá como uno de los países más golpeados. El PIB canadiense se contrajo un 1,6% en el segundo trimestre de 2025 por la caída de exportaciones, y el desempleo superó el 7% en agosto.
El propio primer ministro Mark Carney reconoció que no se trata de una simple transición, sino de una “ruptura” con Washington.
En el caso europeo, Matthias Matthijs, su experto en la política del club comunitario, considera que el conocido como Acuerdo de Turnberry firmado entre Trump y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, es un ejemplo de la asimetría actual. Si bien supuso un pacto comercial desequilibrado, en paralelo, encendió la mecha de lo que denomina el “despertar estratégico” europeo. Bruselas -dice- ha acelerado negociaciones con Canadá, Japón y Corea del Sur, además de dar luz verde al proceso de ratificación del acuerdo con Mercosur, que podría generar la mayor zona de libre comercio del mundo. Al mismo tiempo, se multiplican las voces a favor de reforzar la defensa común y evitar una dependencia energética excesiva de EEUU tras la experiencia con Rusia.
Para Matthijs, las tensiones con Washington han actuado de catalizador de un cambio de largo plazo en la política europea.
Japón observa el panorama con inquietud. Sheila A. Smith, su estratega en Asia, advierte que la Administración Trump amenaza con desbordar el marco económico y trastocar la cooperación en seguridad. El tratado bilateral ha sido objeto de comentarios críticos en Tokio. La analista del CFR destaca tres riesgos principales: la imprevisibilidad en la toma de decisiones, que dificulta la gestión de la alianza; el impacto negativo sobre la confianza empresarial y la inversión; y las crecientes presiones para que Japón aumente su gasto en defensa, en un contexto en el que la prioridad interna sigue siendo el crecimiento económico.
Este escenario añade dudas sobre “si EEUU estará dispuesto a mantener los compromisos de seguridad que ha sostenido durante décadas en el Pacífico”.
El análisis de Joshua Kurlantzick pone el foco en Oceanía. Para Washington, Australia y Nueva Zelanda son piezas clave en su estrategia para contener a China en el Pacífico, pero los aranceles han deteriorado la percepción social y política hacia EEUU en ambos países. El riesgo es que este desencanto se traduzca en un distanciamiento diplomático con repercusiones en la cooperación militar, la inteligencia compartida en el marco de los Five Eyes anglófonos -EEUU, Reino Unido, Canadá, Australia y Nueva Zelanda- y en las acciones concertadas para contrarrestar la influencia china en la región.
En Canberra y Wellington crecen las voces que sugieren un mayor acercamiento a Europa y Asia para reducir la exposición a las decisiones de Washington.
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