22 jun 2025
ESPECIAL CONFLICTO ORIENTE MEDIO/IRÁN: ¿Qué había pasado hasta ahora?
La inestabilidad en Oriente Medio ha escrito esta semana un nuevo capítulo inesperado. En la madrugada del 22 de junio Estados Unidos bombardeó Irán.
La intervención norteamericana no era, hace apenas una semana, el escenario más probable ya que pone fin a 45 años de contención en las complejas y enfrentadas relaciones con Irán. Supone, además, un paso más en la escalada de acontecimientos que han sacudido la región desde los brutales ataques de Hamás, del 7 de octubre de 2023. En este tiempo, Israel ha debilitado considerablemente a sus rivales, sustentado en su músculo militar y en la asombrosa capacidad de sus servicios de inteligencia. Una vez controlada la Franja de Gaza, Tel Aviv comenzó una ofensiva a gran escala contra Hezbola. La operación de los “walkie talkies” y los sucesivos bombardeos contra sus dirigentes (entre ellos su líder Hasán Nasralá Hasán) han dejado en una posición muy delicada a la milicia. Estos acontecimientos contribuyeron, posteriormente, en la caída en apenas dos semanas del régimen de Bashar al-Asad, algo que parecía impensable, después de trece años de conflicto armado. La caída del autócrata supuso un revés durísimo para el “Eje de la Resistencia”. Irán no solo perdió a uno de sus principales aliados, sino que, además, desvertebró territorialmente al bloque de grupos chiíes, al desconectar Irán e Irak del Líbano. Todo ello ha dejado en un estado de excepcional debilidad a Teherán, al mismo tiempo que ha reforzado considerablemente la posición de Tel Aviv; una reordenación que explica, en buena medida, el estallido de la guerra, hace apenas una semana.
│¿Por qué Washington se involucra en este momento?
Desde los años 90, Estados Unidos en coordinación con Israel han considerado seriamente la opción de bombardear el programa nuclear iraní como un plan de contingencia en caso de que la vía diplomática o de sanciones no diese frutos para detenerlo. Parece que, en los últimos meses, los informes de inteligencia estrechaban cada vez más el tiempo que Irán necesitaba para obtener cabezas nucleares o, al menos, alcanzar la capacidad de enriquecimiento de uranio del 90% para producirlas. Si bien este ataque ha provocado una fuerte división en la Administración Trump que, hasta ahora, había hecho gala de su pacifismo, parece que Israel habría convencido a la Casa Blanca de que era el momento propicio. En efecto, en estos momentos los riesgos militares y económicos parecen limitados para EE.UU. En este sentido hay que destacar que la operación no prevé despliegue de tropas sobre el terreno y que la antigua dependencia del crudo de Oriente Medio por parte de EE.UU. hace años que terminó (en 2018 EE.UU. alcanzó la autonomía energética). Asimismo, la debilidad de las milicias proiraníes en Líbano, Palestina y Yemen limita posibles represalias terroristas a intereses norteamericanos en la región. En este contexto, Benjamin Netanyahu ha defendido repetidamente la necesidad y emergencia de efectuar un ataque preventivo para frenar las aspiraciones nucleares de su enemigo regional. Mientras que la participación de EE.UU. resultaba indispensable por su capacidad militar y el uso de las bombas “bunker buster” para destruir instalaciones situadas bajo tierra.
│¿Cómo se produjo el ataque?
De acuerdo al presidente, Donald Trump, la “Operación Martillo de Medianoche” destruyó buena parte del programa nuclear; sin embargo, el grado de afectación no sé conocerá hasta pasadas unas semanas. Más de 125 aviones participaron en el medido ataque contra instalaciones nucleares iraníes; entre ellos los bombardeos B-2 capaces de transportar las denominadas bombas anti-bunker que lanzaron contra las instalaciones de Fordow y Natanz. Mientras, Isfahán, la tercera de las instalaciones, fue bombardeada con misiles crucero lanzados desde los submarinos desplegados en la región. La sorpresa táctica ha sido clave en el éxito de la operación. Parece que los ejercicios de coordinación y preparación llevaban semanas produciéndose lo que hace a algunos especular que la decisión estaba tomada mucho antes de que Trump anunciase el ultimátum del 19 de junio a Irán. De hecho, a primera hora del sábado 21 de junio Estados Unidos había comenzado a trasladar bombarderos furtivos B-2 al Pacífico, a la base estadounidense de Guam. Mientras que, a la vez, siete bombarderos despegaron de la base aérea de Whiteman, en Misuri en dirección este. A diferencia de los aviones que volaron hacia el Pacífico, los siete B-2 volaron en modo sigiloso para no ser detectados por la defensa aérea iraní. Aproximadamente 18 horas más tarde, lanzaron el ataque contra las instalaciones nucleares. Irán cuenta con otros emplazamientos de enriquecimiento de uranio repartidos por todo el país. Los más importantes son la central nuclear de Bushehr y la planta de producción de uranio de Bandar Abbas. En las últimas semanas se han registrado explosiones cerca de Bushehr, pero no está claro si las instalaciones han sido alcanzadas directamente por aviones de guerra israelíes. Los niveles de radiación no se han disparado, lo que apunta que el reactor nuclear no ha sido dañado.
│¿Y ahora qué?
La participación de Estados Unidos en el conflicto entre Israel e Irán supone una peligrosa escalada de tensión a nivel regional y global. Donald Trump ha planteado la posibilidad de un "cambio de régimen" en Irán tras el bombardeo estadounidense. Por el contrario, los representantes de su Administración afirman que los objetivos de la operación se limitaban a frenar el desarrollo del programa nuclear y forzar a Teherán a negociar un acuerdo a largo plazo. Recordemos que Estados Unidos e Irán, previo al ataque israelí de la semana pasada, se encontraban en conversaciones para establecer las bases de un acuerdo nuclear, tras el abandono de Washington en 2018. Sin embargo, ahora, tal y como ha declarado el ministro de Asuntos Exteriores iraní, Abbas Araghchi, Estados Unidos ha "cruzado una línea roja muy grande" y los canales diplomáticos se encuentran cerrados. De hecho, la respuesta por parte de los iranís no se ha hecho esperar y el propio Parlamento respaldó en la sesión celebrada el 22 de junio cerrar el Estrecho de Ormuz, una vía marítima crucial por la que transita cada día cerca de un tercio del mercado de petróleo. Además, el día después del ataque funcionarios estadounidenses habían detectado indicios de que milicias respaldadas por Irán se preparaban para atacar bases estadounidenses en Irak, y posiblemente en Siria.
│El ataque en clave interna
Si bien el objetivo del ataque, tanto estadounidense como israelí era frenar el desarrollo del programa nuclear iraní, lo cierto es que ni Tel Aviv ni Washington han escondido la esperanza de que el ataque acelere el cambio del régimen de los Ayatolás. Históricamente, los cambios de régimen se han producido de dos maneras. La primera ha consistido en un levantamiento popular, como ocurrió en el propio Irán en 1979. Sin embargo, por mucha oposición interna que pueda tener el régimen, pensar que la población va a simpatizar con Tel Aviv en el momento en el que ha bombardeado el país, ha causado bajas civiles y forzado el desplazamiento de miles de personas, resulta poco realista. El segundo tipo de cambio de régimen puede producirse mediante un golpe de Estado, una opción que se presenta como poco probable que ocurra dado que el estamento militar iraní se encuentra muy debilitado y, actualmente, enfrascado en la guerra. Por lo tanto, mientras continúe el intercambio de misiles, ni la población iraní ni los oficiales militares tienen posibilidades de derrocar al régimen. Esto nos deja en un contexto complicado: por motivos de la política interna israelí, Netanyahu debe continuar bombardeando Irán hasta que se produzca un cambio de régimen; sin embargo, mientras sigan volando bombas, el cambio de régimen parece improbable.